Opinamos:

    


EL AÑO INESPERADO, PANDEMICO, DESHONESTO Y LETAL

Traspasamos el año 2020 y hoy en día vamos camino hacia el fin del primer trimestre del 2021. tiempos inesperados que sin duda no vividos con plenitud activa y proyección convivencial, todo ello negado por un virus invasivo, foráneo que frustro esperanzas sin reparo alguno, apagando vidas humanas sin medir edades y condición social. 

Es inevitable manifestar que el año que pasó, y parte del presente, no lo venimos viviendo como solíamos hacerlo. Mayormente con alegrías disfrazadas, pregones de bienestar fallidos y promesas incumplidas que nunca se hicieron realidad, pero, en fin. Como siempre lo fue, tenía que ser un año protocolar de vivencias forzosas llenas de frustraciones y reclamos no escuchados y, por si fuera poco, de la degradación moral y el trastoque de los valores fundamentales de la solidaridad, la honradez, y la sinceridad de algunos segmentos sociales, y para colmo de males, vacancias impensadas, el nombramiento de un presidente fortuito y la elección de un tercero en forma exprés, todo ello producto de la ineficacia degradante de una clase política que hoy por hoy nos tiene al filo del abismo y el desconcierto generalizado de la estabilidad política, social y económica.

Hoy seguimos transitando por la cornisa de la vida y la salud, sabiendo que de hoy para mañana ya no podríamos existir como tantos que se nos adelantaron hacia una vida mejor. sintiendo que, si seguimos respirando y habitando en este mundo desigual, es porque nos toca resistir la hecatombe que día a día se hace más cierta y letal, ya que siendo esta tal cual, se ha visto agudizada por las desacertadas políticas para palear el accionar de un virus criminal, convirtiéndonos  en un país que nada tiene, ni siquiera la esperanza para seguir viviendo,  más aún que hoy en día estando en la cola a nivel mundial de la  inoculación de las vacunas que a cuenta gotas vienen llegando – una de ellas cuestionadas en su efectividad - , sirvan para que en el mediano plazo sea desterrado este mal pandémico con el cual convivimos sin que  podamos saber por dónde viene y por donde va. 

El planeta esta de duelo y mal herido; La invasión de un virus infeccioso, microscópico, proteico y diminuto llamado Covid 19 lo mantiene en vilo y en constante inquietud, debilitando sus entrañas y produciéndole indefensión, mientras los que moramos en él, con la incertidumbre a cuestas, vamos cayendo uno a uno por el disparo certero de este vil y maligno microrganismo, inmisericorde en su accionar que diariamente logra que cada vez seamos menos seres vivientes proclives a seguir luchando por subsistir y resistir el embate aluvionico de un mal incontenible en su propósito del arrebato de la vida humana. 

Nuestra salud física y emocional está siendo carcomida y socavada cada día con mayor intensidad. Los sistemas de salud siguen siendo  débiles, en muchos casos inalcanzables y para colmo, el oxígeno salvador no está , los cuales en su conjunto no suman a nuestro favor para eludir esta terrible pandemia, por lo tanto, debemos ser conscientes que solo nuestro instinto de evitar la muerte será efectivo si nos protegemos y nos ponemos a buen recaudo como los protocolos sanitarios lo indican, aunque en muchos casos, la sujeción a las recomendaciones impartidas no sean cumplidas a cabalidad y las decisiones gubernamentales, ineficientes e ineficaces, agudicen cada día más nuestra cotidiana existencia tan alicaída en sus niveles mínimos, los cuales venimos arrastrando, tanto en nuestra condición económica y la salubridad, esta última, hoy desarmada por este virus letal que al parecer ya nos ganó la batalla.       

No queda más que mantener el optimismo y aferrarnos a la fe de cualquier religión que creamos conveniente profesar. Seguir creyendo y perseverar nos lleva lejos. Está pandemia es solo aprendizaje para absolutamente todos. Es devastadora por nuestras circunstancias sanitarias, pero también tenemos que entregarnos al proceso del destino y la vida. A veces hay cosas necesarias e inevitables que la naturaleza nos obliga a realizar para darnos cuenta quienes somos y de que estamos hechos. 



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