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 La codicia electoral

Siempre que se abre un espacio eleccionario, aparecen personajes con modalidades engañosas e instintos supra electoreros, quienes valiéndose en algunos casos de su poder económico o su capacidad captadora de conciencias, pugnan a brazo partido para llegar al lugar que muchas veces, si no lo soñaron, lo persiguen sin cesar.

Estamos empezando una campaña electoral, que más que eso, será una batalla campal, donde los contingentes de uno y otro lado con su líder empoderado, nos dirá que es el mejor y que todo cambiará si logra ser elegido autoridad del pueblo que si no lo vio nacer, creció en él, por lo tanto, su ánimo de servir a su coterráneos será la bandera representativa de su filantropía sustantiva que imperará cuando su sueños se vean cumplidos, estos es, si resulta ser elegido como el máximo representante de su comunidad.

Rezan dichos tradicionales, “soñar no cuesta nada” y lo que es más, “para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”, tal es así que, las campañas electorales siempre están cargadas de mentiras y ofrecimientos desmedidos que nunca son cumplidos, entonces porque ahora tenemos que creer que todo lo que nos dicen será verdad y que lo ofrecido se cumplirá, en definitiva nada de lo que dijeron se ajustará a la realidad y lo que ofrecieron será pasible de cumplir.

El siguiente engaño que tronará en nuestros oídos, estará referido a la honestidad, la transparencia y la probidad de su gestión, es decir, ¡no robara!, aspecto discursivo difícil de creer y aceptar. Es allí donde calza con exactitud lo que un comerciante, en este caso un político tiene como premisa principal, “invierto, miento y ofrezco para ganar, pero para perder nunca”, a esa actitud hay que llamarla por su nombre natural, ¡codicia electoral!, lo demás, es falacia pura, toxica y degradante, no hay más. 

Y qué decir de los políticos tradicionales cargados de malas mañas, ellos indefectiblemente utilizaran su malas artes bien aprendidas y sus ideales falsos y retrogradas para confundir, dividir y lograr vencer a cuanto novato candidato se tengan que enfrentar, poniendo énfasis principalmente en su honestidad, su deseo de servir y su expertis preponderante, según ellos, para no desfalcar los dineros del Estado, lo cual no siendo una realidad, resulta una utopía creer que lo que pregonan será realidad.

El escenario electoral que se avecina, cada vez más variopinto y folclórico, nos va mostrando la aparición paulatina de todos sus actores codiciosos de poder y absoluta hipocresía, unos para pasar de ser de un don nadie, a convertirse de un día a otro en el venerado personajillo, que lo único que buscará, es ser lo que nunca fue y que si fue, hasta el día de su elección nadie lo supo o lo vio, mientras que los viejos politiqueros lograran afincarse cuan lagartos en busca de la presa fácil de digerir con ingredientes de poder y el uso y abuso de la autoridad conferida por voto popular. En síntesis sino tendremos lo peor, al menos tendremos más de lo mismo, pero nunca mejor lo que quisiéramos, por cierto, sin dejar de lado que la autoridad que elijamos, sino utilizará los recursos estatales para viajar y disfrutar de su paseo sin un logro cierto y efectivo para su comunidad, de seguro que, por decir lo menos, dineros mal habidos engordaran – hasta antes de su elección – su alicaída billetera con dineros que ciertamente serán mal habidos. Eso es todo por hoy. Sigamos cuidándonos.             


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