OPINAMOS: El uso y abuso del poder

 El uso y abuso del poder

Por: Jorge Chávez Pita

Consultor

Cuando se ostenta poder, las emociones de grandeza crecen, los ímpetus se enardecen y  los mandos que se ejercen como fuerza imparable, obnubilan sin medida a quienes de una u otra forma lo adquieren y lo imponen, incluso, sin importarles la voluntad de los demás.

El uso del poder, a todas luces factico, tiene una causa y un efecto irracional de una progresiva destrucción de la moral y el desprecio por las normas, en ambos casos, la vulneración de estos principios fundamentales caen en el despeñadero del abuso y la inmoralidad de aquellos que accidentalmente lo asumen como tal.

La obtención de poder, proviene en algunos casos de un exabrupto dictatorial y, en otros, por voto popular o elección a mano alzada, siendo estos herramientas utilizadas, muchas de ellas para mentir o delinquir con total desparpajo e impunidad, sin que para ello exista una valla que impida su crecimiento y su implosión aterradora de la ética y la moral, que bien puede provenir de la clase política o de aquellos que asumen liderazgos soterrados, insanos y desdeñables por su concepción real.

El sometimiento a un poder absoluto, venga de donde venga, donde la bondad y el bien absoluto no existen, mayormente tiene sus bemoles lindantes con el abuso de autoridad  y la inducción a cometer actos indecentes y pervertidos, a cambio de inmorales entregas del pudor y la dignidad de la persona sometida al vejamen circunstancial, es por ello que, el uso del poder, no solo trastoca normas, sino daña también aspectos emocionales de la persona con una consecuencia final irreparable.

La predisposición de hacer mal uso de la autoridad conferida, proviene mayormente de aquellos personajes que por casualidad y advenimiento puro, adquieren notoriedad concatenado con un poder que, en la mayoría de los casos, son efímeros, frágiles, insostenibles y como condición previa, sin parámetros mínimos de moralidad e irrestrictos valores, principalmente de los principios éticos y morales prevalentes para ostentar un poder, muchas veces absoluto.